Tú y yo después del invierno es una secuela pero independiente del primer libro que leí de Laia Soler: Nosotros después de las doce. En ella se nos cuenta qué ha sido de Erin después de los sucesos del primer libro y cómo ha ido rehaciendo su vida intentando ignorar lo que le pasó.
Voy a intentar no hacer spoilers tampoco de Nosotros después de las doce, así que tranquilos, que podéis leer la reseña sin problemas.
Erin se encuentra trabajando en el hotel del pueblo y pasando los días en una cómoda rutina con su novio, Bruno, el cual es bastante tranquilo y la ha ayudado mucho a superar su depresión. Los problemas llegan cuando aparece una nueva oleada de extranjeros, para integrarse con el personal del hotel para las vacaciones de invierno. Entonces aparece Max, un chico que le hace plantearse si lo que tiene es lo que de verdad quiere o si ha tomado las decisiones sólo por lo que necesitaba, por lo que era cómodo. Nadie sabe que Erin no es la dueña de sus decisiones, sino que guarda un secreto relacionado con el haya que hay en su jardín. Un secreto que lleva manteniendo demasiado tiempo.
A lo largo de la novela intervienen dos voces: la de Erin y la de un narrador en tercera persona que parece saberlo todo de ella y cuya identidad no descubrimos hasta casi el final. A lo largo de la trama, maduramos con la protagonista y aprendemos a reconocer los signos de la depresión y cómo ayudar a quien la padece, también sobre relaciones tóxicas. Cuando has vivido esos sucesos no puedes evitar sentirte identificado y además agradezco profundamente que la autora rompa ese tabú que parece haber en cuanto a la depresión. Existe, es peligrosa y por eso hay que dejar que salga a la luz. Tener depresión no es sólo "estar muy triste" y aunque parece una tontería aún hay mucha gente que lo cree. Laia la ha retratado con gran precisión, así como los varios tipos y etapas que existen.
Y por supuesto hay magia. Una magia sutil que en absoluto roba protagonismo a la trama pero que a la vez mueve los hilos y conduce todo. Un medio para un fin, como suele ser habitual en sus novelas.
“Un beso. Eso es todo cuanto necesita. Un primer beso que tiene el
sabor de mil vidas, porque es nuevo y conocido al mismo tiempo. Como si ya nos
hubiéramos besado antes. O como si esto fuera solo el gesto físico de lo que ha
estado sucediendo entre nosotros desde ese viaje de esquí”.
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En este caso, he empatizado más con la protagonista que con Aurora, aunque me costó meterme en la historia un poco. Pero en cuanto lo hice me desgarró en pedazos como siempre me pasa con los libros de la autora. Sus historias suelen llegarme al corazón y me han ayudado mucho a superar ciertas etapas de mi vida que creía olvidadas. Una vez más Laia ha logrado sorprenderme y se nota además lo mucho que mejora con cada libro. Lo dije en su momento, es una autora que viene para quedarse, y ya de las favoritas en Érase un club de lectura. De hecho leímos esta novela de forma conjunta porque se organizó una relectura - Nosotros después de las doce fue el libro con el que se inauguró el club (reseña aquí)-, nos animamos con Los días que nos separan (que era el único que nos faltaba leer y del que tenéis aquí la reseña) y en cuanto salió este teníamos que leerlo. 2018 sin duda ha sido el año de Laia Soler para nosotros y nos declaramos fans - aunque algunos como una servidora ya lo fuésemos desde hace tiempo-.
En cuanto a los personajes, Erin es insegura pero a la vez está llena de sueños pero no se atreve a cumplirlos. Me he sentido, como ya he dicho, muy identificada con ella y es un personaje al que he tomado mucho cariño aunque a veces quería reñirla por tal o cual decisión. Max es un chico que me ha gustado mucho: simpático y divertido, aunque con varios secretos importantes. Mientras que el novio de Erin, me caía al principio mal, creo que el tratarla como una niña hacía más mal que bien y que representa la actitud habitual de la gente cuando tiene que tratar a alguien con problemas psicológicos. Era una figura necesaria. También me ha hecho mucha ilusión encontrar personajes de Nosotros después de las doce como el abuelo Dubois - al que cogí un gran cariño desde la primera página-, Teo y Aurora mucho más maduros y gran soporte para Erin, y los amigos de la quinta, Onia especialmente.
Respecto a la prosa, Laia sigue escribiendo de forma directa con múltiples referencias a libros o películas que conocemos. Es concisa pero a la vez sus descripciones y reflexiones son una auténtica delicia de leer. Es capaz de hacer algo bello de una historia que te va desgarrando el alma y eso no lo consigue cualquiera.
En definitiva, volver a Valira ha supuesto un viaje lleno de subidas y bajadas, ha conseguido ponerme las emociones a flor de piel y a la vez un consuelo de heridas que no era consciente de que aún tenía. No puedo darle otra nota que un 9,5 de 5.
Hola!
ResponderEliminarAquí diferimos un poquito porque yo me quedo más con Nosotros, pero es verdad que la narrativa de Laia es espectacular.
Como dices, los grandes temas tratados en relación a la prota, de forma casi sutil, te hace leer el libro sin darte cuenta y eso sí, el final me pareció acertadísimo.
Un beso
S
¡Hola! De Laia Soler no he leído nada, aunque sí que, tras leer un montón de reseñas de esta autora me dan ganas de comenzar a leer sus libros.
ResponderEliminar¡Saludos!